martes, 4 de noviembre de 2008

Introducción al Modernismo

"EL MODERNISMO"

Introducción general

"Liberalismo” - "Modernismo"

Liberalismo y Modernismo no son dos sistemas ideológicos esencialmente diferentes o totalmente diversos. Sus diferencias se dan más bien por el ámbito en el que se desarrollan y por el grado de poder destructor y de enfrentamiento a la doctrina de la Iglesia, al Evangelio, y al mismo Jesucristo.

Si nos atenemos al artículo programático de la Revista Cristiandad, "el Por qué de esta Revista", allí se dice que Naturalismo y Liberalismo son “los principales enemigos del ideal de Cristiandad”, que pretende que se instauren todas las cosas en Cristo.

En el curso sobre “el Liberalismo en sus fuentes” quedó patente que este sistema tenía su fundamento doctrinal en el naturalismo y que su objetivo era la aplicación a la sociedad de la pretendida autonomía e independencia del hombre respecto de Dios. El liberalismo propugna la autosuficiencia del hombre organizando una sociedad sin Dios, en la que la Iglesia esté sometida al Estado fuente única de derechos, y en la que la religión sea algo íntimo de la conciencia. El liberalismo proclama que no hay ninguna religión que sea verdadera y que la sociedad no debe tener en consideración ni el Evangelio, ni la autoridad de la Iglesia, sino que los hombres, los ciudadanos, deben estar “sometidos al arbitrio de la mayoría”, sin tener en cuenta para nada la ley de Dios.

Cuatro consecuencias principales: primero, la Iglesia debe estar sometida al Estado y la religión al pertenecer al ámbito de la conciencia, su intervención pública debe estar regulada por el Estado.

Segundo, la autoridad civil, al no reconocer la superioridad de Dios y de su Ley, degenera en tiranía y el ejercicio de la autoridad se vuelve en contra del hombre. Una muestra es la gravísimamente injusta ley del aborto que destruye la vida del ser más indefenso e inocente, el niño concebido y aún no nacido, en el mismo seno de la madre que es como decía Juan Pablo II el santuario de la vida.

Tercero, que el matrimonio no es indisoluble y que el Estado puede disolver el vínculo matrimonial por medio del divorcio. El divorcio daña gravemente a la familia, es decir, a los cónyuges y a los hijos, es como dice el Concilio Vaticano II una plaga.

Y cuarto, que la educación de la juventud es tarea del Estado, y la Iglesia no tiene ningún derecho a enseñar con autonomía e independencia el Evangelio, con lo que la juventud queda a expensas de los intereses económicos de los que gobiernan. Como se ha visto en la actualidad, esta teoría conduce a hacer víctimas de intereses ocultos a los jóvenes con la droga, el alcohol y el sexo.
Por otra parte, el liberalismo radical se enfrentó a la Iglesia durante el siglo XIX. Ésta, con su doctrina, hizo una defensa profética del pueblo fiel y de sus derechos, religiosos, políticos y sociales. Era la lucha y la persecución de los ricos, sabios y poderosos de “este mundo”, frente a la Iglesia de Cristo que agrupa a “los pobres”, “ignorantes” y “débiles” ante el “mundo”, pero no ante Dios.

El Modernismo, en cambio, es un enemigo mucho más sutil, tanto más peligroso, como dice San Pío X, en el Encíclica Pascendi, cuanto que “en el presente no es menester ir a buscar a los fabricadores de errores entre los enemigos declarados: se ocultan en el seno mismo y dentro del corazón de la Iglesia”, por lo que dice que “y no se apartará de lo verdadero quien dijere que ésta no los ha tenido peores”.

A diferencia del Liberalismo, que se posicionaba en el siglo XIX fuera y contra la Iglesia, el Modernismo pretende minar la doctrina de la Iglesia desde dentro, como si fuera el remedio para el futuro religioso del hombre, que la actual Iglesia, por el afán de aferrarse a su tradición incompatible con la evolución de la mente humana y de las ciencias, en lugar de fomentar la religiosidad de la gente la va a echar a perder.

El Modernismo es más radical que el Liberalismo, aunque no se diferencia esencialmente de él, pero es más perverso, su táctica es más insidiosa y la totalidad de su sistema, como dice San Pío X, en la Encíclica Pascendi, “es un conjunto de todas las herejías”.

El Modernismo y el Liberalismo es lo que combate Cristiandad. El modernismo se identifica más con el naturalismo que el liberalismo aunque éste también sea naturalista y, en cambio, el Liberalismo tiende a aplicar el naturalismo a la vida socio-política por medio del Laicismo. En el artículo mencionado, del “Por qué de la revista Cristiandad” ya se decía que se iba a combatir a estos dos enemigos, no por medio de una oposición sistemática directa, sino más bien fomentando lo que es realmente remedio para estos dos gravísimos males que afectan a nuestra sociedad. Al Naturalismo, se le combate con la Devoción al Corazón de Jesús y al Laicismo, con la proclamación de la Realeza de Cristo.

El plan de Dios sobre el hombre

El plan divino de la creación, según la fe de la Iglesia, se cifra en dos órdenes: el orden de la naturaleza y el orden de la gracia.

Dios dotó al hombre de facultades espirituales y corporales. Inteligencia y voluntad, entre las primeras y facultades psicomotoras, entre las segundas.

El orden de la gracia: lo sobrenatural en el hombre. La gracia santificante es un hábito entitativo, dado gratuitamente por Dios, por el que el hombre participa de la misma vida divina. Es el gran misterio de la inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma del que vive en gracia de Dios.

Junto con la gracia, al hombre se le confieren los siguientes hábitos operativos y actos sobrenaturales:

Ø Hábitos operativos:

o Virtudes teologales: fe - esperanza y caridad
o Virtudes morales infusas: prudencia-justicia-fortaleza y templanza

Ø Operaciones y actos sobrenaturales

o Frutos del Espíritu santo
o Dones del Espíritu Santo: Las Bienaventuranzas
La Revelación nos enseña la Historia de la Salvación, cuyos hitos fundamentales de forma muy resumida podemos reseñar:

Ø Creación. El hombre llamado a vivir la vida divina
Ø Pecado original. El hombre desobedece a Dios
Ø Dios promete la redención - anuncio de la Encarnación
Ø Lucha entre Cristo y Satanás
Ø Pueblo elegido para el nacimiento del Mesías
Ø Revelación de la elección
Ø Abraham - Moisés - Profetas: Alianza – Ley
Ø Encarnación del Verbo - Pasión - Muerte – Resurrección
Ø Institución de la Iglesia y Sacramentos – Eucaristía

De todo ello, tenemos noticia gracias a la revelación divina que se encuentra en la Sagrada Escritura y en la Tradición apostólica y la depositaria e intérprete del mensaje revelado es la Iglesia que enseña, santifica y gobierna por medio del Magisterio de la Iglesia y los sacramentos.

Origen y caracteres del "Modernismo"

El modernismo, desde el punto de vista religioso, procede de ambientes protestantes, surge en el siglo XIX, en el ambiente de filosofía hegeliana, de la escuela de Tubinga, con una fuerte influencia del agnosticismo postkantiano.

En lo religioso, sobre todo en lo concerniente a la interpretación de la revelación y el significado de los hechos históricos, en particular de la figura del mismo Cristo, recibe su influencia de autores imbuidos de filosofía hegeliana.

El modernismo queda calificado desde su posición que adopta en la razón y en la fe de la siguiente forma.

o En la razón. Rechazo de la filosofía escolástica, con lo que se niega a la razón la capacidad para conocer una serie de verdades naturales que están al alcance de la razón humana como son, entre otras: la existencia de Dios, ser trascendente y distinto del hombre y del mundo, la creación del mundo y el carácter espiritual del alma humana.

o En la fe. Rechazo del contenido objetivo de la fe revelada, tal y como la transmite y ha transmitido siempre la Iglesia católica en los siglos de su existencia. Reduce todo el contenido de la fe a puro Mito que requiere ser desmitologizado, es decir, eliminar del contenido objetivo de la fe todo lo que hasta la actualidad ha creído y enseñado la Iglesia católica.

En esta perspectiva, Jesucristo no es Dios, sino un puro hombre, su pretendida divinidad así como los milagros y el cumplimiento de las profecías es un invento de la Comunidad Postpascual.

El modernismo, a lo largo del siglo XX, se fue desarrollando no sólo en el seno del protestantismo, sino también en el catolicismo, por medio de un proceso paralelo y dentro de la misma mentalidad moderna recibida de la Ilustración.

El progresismo, el neo-modernismo en el catolicismo

Maritain en su libro titulado “el Campesino del Garona”, hace un análisis muy profundo y certero de la situación producida por el resurgir, hacia mediados del siglo XX, con mayor virulencia, si cabe, del Modernismo. Según le pensador francés, el modernismo es una apostasía inmanente.

Los modernistas, al menos desde el punto de vista externo, o de iglesia aparente, permanecieron dentro de la Iglesia e hicieron gala de buenas costumbres y de celo apostólico. Se caracterizaron por denunciar siempre el no haber sido bien comprendidos por el Magisterio estricto y conservador de San Pío X y con una constancia inusitada afirman que el tiempo les dará la razón y que la Iglesia jerárquica les acabará rehabilitando.

El progresismo en el Concilio Vaticano II

A mediados del siglo XX, con ocasión del Concilio Vaticano II, se desencadenó una eclosión del movimiento modernista, pero tuvieron el sumo cuidado de no mencionar el término de ninguna manera y de no aparecer como un grupo organizado dentro de la Iglesia.

Durante el desarrollo del Concilio, sobre todo, después también, fue presentada la postura del progresismo, por los medios de Comunicación, como la línea mayoritaria del Concilio y dando por supuesto que la doctrina del Concilio Vaticano II se identificaba con esa postura.

El Vaticano II fue presentado como una ruptura doctrinal con la Iglesia preconciliar, era el triunfo de la actitud modernista. Así, después del Vaticano II se decía que había que reformar todo dentro de la Iglesia. Había que adecuar la Iglesia al mundo moderno.

Se trataba de conciliar, por una parte, la Iglesia con el mundo moderno y, por otra, la fe con la cultura contemporánea. Había que desmitologizar, menos ritos, menos sacramentos y más compromiso con el mundo y la sociedad.

Caracteres del “neo-modernismo”

Según la postura progresista o neo-modernista, el contenido objetivo de la fe de nuestros antepasados, es mito. De esta forma descalifican y rechazan la verdad, objetividad del contenido de la y realidad histórica de los acontecimientos narrados en la Sagrada Escritura.

Entre otras, se niegan las siguientes verdades de fe y doctrinas reveladas:

Ø El Pecado original
Ø El Evangelio de la infancia
Ø La Concepción Virginal de la Virgen
Ø La Encarnación
Ø La Resurrección de Cristo
Ø Los sacramentos, sobre todo la Eucaristía
Ø La institución de la Iglesia
Ø La infalibilidad del Papa
Ø La Resurrección de Jesucristo
Ø La Resurrección de los cuerpos,
Ø La creación.
Ø En general cualquier dogma de fe.
Además, califican de invención escolástica los conceptos teológicos de distinción entre naturaleza - gracia y el de transustanciación, imprescindibles para explicar los misterios de la elevación del hombre al orden sobrenatural por medio de la vida de la gracia, el verdadero significado de los sacramentos y el misterio de la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

Además, de otros dogmas de fe como la existencia real del infierno, la Encarnación redentora de la segunda persona de la Trinidad y de la Trinidad misma, ni siquiera hablan y cuando lo hacen es mejor que no lo hagan ya que desvirtúan totalmente lo que la Revelación nos dice y la Iglesia ha enseñado sobre ellos.

Del misterio de la redención dicen que se trata de algo simbólico.

Como consecuencia del neo-modernismo, se ha dejado de creer en la verdad. Todo es relativo. Este es el único principio absoluto. Se produce la división ciencia-mito de Compte: la ciencia del lado de la razón y el mito del lado del sentimiento, lo cual está muy de acuerdo con lo que San Pío X enseña acerca del modernismo cuando habla del filósofo modernista y del creyente modernista en la Encíclica Pascendi.

Plan del curso

En este curso, se va a examinar la enseñanza del Magisterio de la Iglesia en relación con el Modernismo de la época de San Pío X para poder comprender mejor cuál es el carácter del Neo-modernismo, su perversidad y sus sutiles tácticas.

Los Documentos Pontificios que definen, delimitan, condenan y ponen remedio al modernismo dentro de la Iglesia son: En primer lugar, la Encíclica “Pascendi dominici gregis”, el documento principal, es una Encíclica que puede ser calificada de singular porque, en ningún documento pontificio como en éste se examina un sistema doctrinal de forma tan detallada en sus principios, en su desarrollo y en sus consecuencias. En segundo lugar, el Decreto “Lamentabili sane exitu”, especie de Syllabus sobre el Modernismo, en el que se hace especial hincapié en los errores dogmáticos relativos al valor del Magisterio de la Iglesia, el carácter sobrenatural de la revelación divina y la divinidad de Jesucristo, entre otros. El tercero, el “juramento anti-modernista”, en el que se ponen en práctica pastoralmente las medidas propuestas por san Pío X para combatir la herejía modernitas y, para que todos los sacerdotes, profesores de seminarios y obispos sepan con claridad la gravedad del mal del modernismo. Después del Concilio Vaticano II fue sustituido por una profesión de fe en la que se exige que todo aquél que tenga algún cargo en la Iglesia profese la fe de la Iglesia por medio del símbolo niceno-constantinopolitano y su sintonía con las verdades enseñadas por el Magisterio de la Iglesia.

El curso se divide en cuatro partes:

Em la primera parte, en la que se expone el significado del “espíritu del modernismo”, considerado como una actitud del hombre ante Dios que abarca todos los ámbitos de su existencia. Una segunda parte, en la que se señalan algunos puntos claves de autores hegelianos de la escuela de Tubinga que fueron precursores o incluso modernistas y algunas enseñanzas sobre Jesucristo presentes en grupos protestantes modernistas, examinados por otros protestantes. Una tercera parte, en la que se expone esquemáticamente la Encíclica “Pascendi Dominici gregis”, explicando los puntos principales del análisis del Papa y una cuarta parte, dedicada a comentar sistemáticamente algunas de las doctrinas condenadas en el Decreto “Lamentabili sane exitu”, sobre todo en lo referente a la revelación divina.