jueves, 13 de noviembre de 2008

El espíritu del modernismo: Los "dos mundos"

El "espíritu" del modernismo

La actitud del modernista es calificada por Maritain en el Campesino del Garona como “arrodillamiento ante el mundo” [1]

El propio filósofo francés hace una aclaración, por otra parte, del significado del término “mundo” ante el que el modernista se arrodilla. Señala que con el término mundo se puede designar dos realidades de ámbitos muy distintos.

Significados del término "mundo"

En primer lugar, “mundo en sentido ontosófico” [2]

Es el mundo en su estructura natural. El universo astronómico con todas sus estructuras cosmológicas; la tierra con todos sus seres; la sociedad humana; familia, arte, cultura. Este mundo es “bueno”. Lo vemos en el Génesis. Todo ente, en cuanto tal, es uno, verdadero y bueno. El ser que sólo puede ser comunicado por Dios es óntica y constitutivamente bueno. Dios es el único principio de los seres y es bueno. No hay dos principios, uno bueno y otro malo, como enseñaba el maniqueísmo.

En segundo lugar, “mundo en sentido religioso”[3]

Cuando se habla del “otro mundo”, no se trata del mundo de las estructuras naturales, del mundo cosmológico, sino de otra realidad existente. Se trata del Reino de Dios que es un término central del Evangelio y del Apocalipsis. Frente a este mundo así concebido, hay otro mundo, enfrentado con él. Es el que menciona Jesucristo en la Última Cena, cuando dice a los Apóstoles que ellos “están en el mundo, pero que no son del Mundo” y que “los envía al Mundo como ovejas en medio de lobos”.

Este Mundo, del que habla Jesucristo, es el mundo creado por Dios, pero entendido como realidad absoluta y única, cerrado sobre sí mismo negando a Dios y al Otro Mundo. Ese es el Mundo ante el que el cristiano no sólo no debe arrodillarse, sino que no puede conformarse con él y tiene que huir de él como del enemigo.

El modernista, como consecuencia de sus errores filosóficos y religiosos, reduce el “otro mundo”, el Reino de Dios a este Mundo y lo diviniza. En esta concepción no hay Dios personal, sólo hay ciencia natural, no hay pecado, hay injusticias sociales, no hay redención divina, sino que el hombre se autorredime. Por ello, para el modernista, Cristo es un simple hombre, aunque excepcional. En esta perspectiva la religión católica no fue instituida por Cristo sino una invención de los apóstoles, sobre todo de San Pablo.

Se trata de una concepción religiosa o mística sobre el Mundo, considerado en su relación ambigua con el verdadero Reino de Dios y su Encarnación. En realidad es el mundo de la Concupiscencia de los ojos, el Deseo de la Carne y el Orgullo del espíritu del que habla san Juan. Este mundo, no sólo no es compatible con el cristianismo es el “adversario de Cristo”.

Si la primera acepción del concepto de mundo, considerado cerrado sobre sí mismo, destruye la segunda porque se niega que exista el Reino de Dios distinto del Mundo, y el Mundo reabsorbe en él ese Reino, el Reino de Dios será el Mundo mismo. Ese mundo no tiene ninguna necesidad de ser salvado, ni ser asumido, ni transformado. En este caso, Dios-Cristo-Iglesia-Sacramentos son inmanentes al mundo. El mundo se salva a sí mismo. En él hemos de tener fe-esperanza-amor.

Esto supone un endiosamiento o divinización del mundo que se cierra sobre si mismo y se aparta de Dios. Este mundo da las espaldas a Cristo, supone un desprecio total y absoluto de la redención de Jesucristo. Esta actitud de desprecio del misterio salvífico y redentor de Jesucristo y de sus efectos salvadores es lo que santo Tomás dice que constituye la esencia del pecado contra el Espíritu Santo.

Hay, por el contrario, un orden sobrenatural, orden de la gracia, Encarnación "Otro Mundo”, el Reino de Cristo. Al arrodillarnos ante este mundo, el que nos predica el Evangelio y nos transmite la Iglesia no somos Amigos de un mundo que reabsorbe en él el Reino de Dios.

Esta es la realidad de estos “dos mundos”, el mundo creado por Dios, al que hace partícipe de misma vida divina por medio de la gracia santificante que reside en el alma del cristiano en gracia de Dios, que constituye en esta vida el germen o comienzo del reino de Dios que es la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo; y el mundo, considerado como realidad enfrentada a Dios que trata de borrar todo vestigio de Dios y autodiviniza al hombre.

Se debe atender con sumo cuidado al sentido en el que se emplean los términos como por ejemplo Reino de Dios. En efecto, hay una actitud o tendencia, a veces oculta, a veces explícita, a veces muy desarrollada, a hablar del Reino de Dios desde la historia humana con categorías de evolucionismo hegeliano. Del Reino de Dios se habla en autores que no son creyentes, que no creen en la Providencia del Dios personal, Creador, que eleva gratuitamente al hombre, así por ejemplo, en la Fenomenología del Espíritu y en la Historia de la filosofía de Hegel se habla con frecuencia del Reino de Dios
[4].

El modernista se arrodilla ante el mundo cerrado sobre sí mismo. El auténtico cristiano se arrodilla y espera el mundo que es el reino de Dios, el "otro mundo". No se refiere a la otra vida solamente, sino al Reino de Dios, que según las profecías, se le dará consumación en esta vida. Lo que no es otra cosa que el cumplimiento de una vez para siempre de la petición del padrenuestro “venga a nosotros tu reino” que es el lema del Apostolado de la Oración.

El “mundo” en la Sagrada Escritura

Sin tratar de hacer un recorrido exhaustivo sobre las veces que el término Mundo se menciona en la Escritura, porque aparece numerosísimas veces, podemos elegir algunos textos que nos pueden ilustrar la cuestión de los dos mundos y su significado. Gn 1, 1 ss; 3, 1-20; San Juan 17, 9-26; 18, 33-39 - Mt. 11, 25-30; 4, 4-8; 26, 63-67; 1 San Juan 2, 15-17; 2, 22-25; 3, 1-4; 13-15; 4, 1-6; 5, 1-5 , San Pablo 1Cor.1, 18- 25; 6, 9-20; Gal. 5, 14-26; Hebreos 2, 5-9.

Gen. 1,1.- En la creación se nos dice que Dios cada vez que creaba algo lo calificaba de bueno, y al final de la creación hablando del conjunto de la creación se nos revela que todo lo creado era bueno a los ojos de Dios, Gen 1, 31 Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien.

Gen. 3, 1-20.- Se explica el plan de Dios sobre el hombre y que éste al desobedecerle lo abandona. El pecado original proviene de una tentación en la que se propone al hombre ser como Dios, es decir, para determinar con independencia de Dios lo que es bueno y lo que es malo. Con todo, después del pecado original, Dios con su infinita misericordia traza un plan de salvación prometiendo el Redentor. Esa promesa lleva aparejada una lucha entre el linaje de la mujer y el linaje de la serpiente. Gen. 3, 15 Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.» Se pueden considerar los dos mundos, o las dos actitudes representadas en esas dos figuras. En efecto, el mundo que se cierra sobre sí mismo y se hace absoluto, se diviniza es el de la descendencia de la serpiente que desobedeciendo a Dios quiere ser como Dios. El otro mundo, el que se espera por acción de la redención, el Reino de Dios, sobre este mundo, es el representado en la descendencia de la mujer, en este mundo Cristo es el Rey.

Mt. 4, 4-8. 8 Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, 9 y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras.»

La tercera tentación que narran los evangelios con la que el diablo tienta a Cristo, para quien Éste era un hombre de Dios, pero un hombre al fin de cuentas, le promete los reinos del mundo, si Cristo, postrándose ante él, le adorara. El diablo aparece como príncipe de este mundo, donde mundo se dice en el sentido de mundo cerrado a Dios, separado de Dios, autosuficiente que no admite que Dios sea su salvador porque, siendo tan perfecto, no necesita de Dios. Es el mundo que rechaza la luz del mundo, que rechaza la redención que no reconoce la encarnación redentora de Cristo.

S. Juan 18, 36. “Mi Reino no es del mundo éste. Si fuese del mundo éste, mis partidarios habrían luchado para que no cayese en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”.

En el proceso político que sufrió Jesús de Nazaret ante Pilatos, se afirma que el reino de Cristo no es de este mundo, no es como los de la tierra con ejércitos y con poder material, es un reino del corazón, es un reino sobrenatural que salva a todo el hombre y que redunda en el bien del orden natural, no sólo a nivel individual, sino también a nivel social. El reinado de Cristo es un reinado social.

S.Juan 15, 18-19. “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido primero que a vosotros. Si del mundo fuerais, el mundo tomaría lo que es suyo; pero no sois del mundo, sino que yo os entresaqué del mundo, por eso el mundo os aborrece”.

Cristo en la Última Cena expone la relación que hay entre él y el mundo, entre los cristianos y el mundo. Jesucristo les dice a los apóstoles que están en el mundo, lo que puede entenderse en dos sentidos, o que están en el mundo cosmológico creado por Dios, o que están inmersos en ese mundo que vive cerrado sobre sí mismo, de espaldas a Dios, el mundo de la concupiscencia de los ojos, el deseo de la carne y el orgullo del espíritu. Más bien parece que debe entenderse en este sentido el término mundo en el que viven los apóstoles, pero no son de él porque son de Cristo.

1 S. Jn 2, 15-17. 15 No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Puesto que todo lo que hay en el mundo - la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas - no viene del Padre, sino del mundo. 17 El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre. Se entiende que habla de las pasiones carnales, el ansia de bienes materiales y la soberbia.

En este texto también el término mundo es tomado en el sentido religioso de realidad ambigua en relación con la encarnación y el reino de Dios.

1. S. Jn. 1, 1- 4. El mundo no nos conoce. El mundo que no ha recibido a la luz del mundo, a la salvación del mundo, porque se cree autosuficiente y satisfecho de sí y que incluso desprecia la ley divina, ese no reconoce a Cristo y a sus apóstoles; en el capítulo 4, versículo13, san Juan dice que el pecado que es negar la ley, aparta al hombre de Dios.

Mt 11, 25-30. 25 En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. 26 Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. 27 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 28 «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. 29 Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; = y hallaréis descanso para vuestras almas. =30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» Los sabios del mundo no han recibido la sabiduría de Dios.

En este texto se contrapone la sabiduría de Dios reservada para los humildes y pequeños, a la sabiduría del mundo. La sabiduría de Dios es la referente al misterio de la redención, la cruz de Cristo, escándalo para los sabios judíos e irrisión para los sabios paganos.

S. Pablo Eph. 6, 10-12. “Confortaos en el Señor y en el poder de su fuerza. Revestíos de la armadura de Dios para que podáis sosteneros ante las asechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra los principados, las potestades y los rectores de este mundo tenebroso”

S. Pablo 1 Cor. 1, 18-31. 18 Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan - para nosotros - es fuerza de Dios. 19 Porque dice la Escritura: = Destruiré la sabiduría de los sabios, e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes. = 20 = ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? = ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no entonteció Dios la sabiduría del mundo? 21 De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. 22 Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, 23 nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; 24 mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. 25 Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres. 26 ¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. 27 Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte. 28 Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es. 29 Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios. 30 De él os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención, 31 a fin de que, como dice la Escritura: = El que se gloríe, gloríese en el Señor. =

La Sabiduría del mundo. El mundo con su propia sabiduría no reconoció a Dios en la sabiduría manifestada por Dios en sus obras. Esa sabiduría mundana, soberbia que desprecia la revelación divina, acaba por no llegar a conocer, ni siquiera aquello para lo que estaba capacitado el hombre por naturaleza.

S. Pablo 1 Cor. 6, 9-20 9 ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios. 11 Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. 12 «Todo me es lícito»; mas no todo me conviene. «Todo me es lícito»; mas ¡no me dejaré dominar por nada! 13 La comida para el vientre y el vientre para la comida. Mas lo uno y lo otro destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder. 15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo! 16 ¿O no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: = Los dos se harán una sola carne. = 17 Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él. 18 ¡Huid de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? 20 ¡Habéis sido bien comprados! Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo.

Las obras de la carne son: la lujuria, la idolatría, el adulterio, la homosexualidad, el robo, la avaricia, el emborracharse, la difamación. Dice San Pablo que quienes obran tales obras no heredarán el Reino de los Cielos.

S. Pablo Gal. 5, 14-26. 14 Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: = Amarás a tu prójimo como a ti mismo. = 15 Pero si os mordéis y os devoráis mutuamente, ¡mirad no vayáis mutuamente a destruiros! 16 Por mi parte os digo: Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. 17 Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais. 18 Pero, si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19 Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, 20 idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, 21 envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. 22 En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. 24 Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. 25 Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. 26 No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente

Obras de la carne y obras del Espíritu. Son obras de la carne: lujuria, impureza, desenfreno, idolatría, supersticiones, enemistades, disputas, celos, iras, litigios, divisiones, borracheras, comilonas. Son obras del Espíritu, frutos del Espíritu Santo: amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia.

Mt. 26, 63-67 La divinidad de Jesucristo. 63 Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.» 64 Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis = al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo.» = 65 Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. 66 ¿Qué os parece?» Respondieron ellos diciendo: «Es reo de muerte.»

Jesucristo ante el Sumo Sacerdote confesó su divinidad, por la que fue condenado a muerte: “Te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Mesías, el hijo de Dios”. Jesucristo contestó: “Tú lo has dicho”. La divinidad de Jesucristo es la verdad clave de la fe cristiana, la cuál como dice San Pablo se encuentra estrechamente vinculada a su resurrección. Esto es, como se verá más adelante, lo que pone de manifiesto el alcance de la malicia del modernismo.

1 S.Jn. 2, 22-25. 22 ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre. 24 En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre, 25 y esta es la promesa que él mismo os hizo: la vida eterna.

El Anticristo es el que niega la divinidad de Cristo. “Y ¿quién es mentiroso sino el que dice que Jesús no es Cristo? Es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”

1 S.Jn. 4 1-6. No hay que fiarse de cualquiera. El que no confiesa que Jesucristo es Hijo de Dios habla según el mundo. “No os fiéis de todos los que hablan en nombre de Dios; comprobadlo antes. En esto distinguiréis si son de Dios; el que confiesa que Jesús es el Mesías hecho hombre es de Dios, y el que no confiesa a Jesús no es de Dios, sino el anticristo, del cual habéis oído decir que estaba para venir y ya está en el mundo”

1 S.Jn. 5, 4-5. La victoria sobre el mundo es el que cree que Jesucristo es Hijo de Dios. “todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo nuestra fe. ¿Quien es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”

En resumen, Mundo es una palabra que traduce el término bíblico que aparece sobre todo el en Nuevo Testamento (en latín, mundus, y en griego, cosmos), y que tiene en varios textos, un significado muy preciso y misterioso. El término mundo indica también el mundo creado en su materialidad- con las estrellas, el sol, y las galaxias, el mundo del Nuevo Testamento, en lenguaje filosófico, es más un término existencial que cosmológico.
Los “dos mundos” en el Catecismo de la Iglesia Católica

En el Catecismo de la Iglesia Católica están expresadas estas dos concepciones contrapuestas sobre el mundo. Un texto del Concilio Vaticano II, de la Constitución sobre la Iglesia en el mundo de hoy (Gaudium et Spes.2), expresa estas acepciones antes mencionadas:

“Tiene ante sí la Iglesia al mundo, esto es, a la entera familia humana con el conjunto universal de las realidades entre las que ésta vive; el mundo, teatro de la historia humana, con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo, que los cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo crucificado y resucitado, roto el poder del demonio, para que el mundo se transforme según el propósito divino y llegue a su consumación”
[5]

El “mundo ontosófico” – El mundo creado

31.- Creado a imagen y semejanza de Dios, llamado a conocer y amar a Dios, el hombre que busca a Dios descubre ciertas "vías" para acceder al conocimiento de Dios. ... Estas vías para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creación del mundo y la persona humana.
32.- El mundo: A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo.
34.- El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin último, sino que participan de Aquel que es el Ser en sí, sin origen y sin fin...
212.- (...) Dios trasciende el mundo y la historia. El es quien ha hecho el cielo y la tierra.
216.- La verdad de Dios es su sabiduría que rige todo el orden de la creación y del gobierno del mundo (Sab.13, 1-9).
219.- El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo (Os 11,1)... "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3,16)
257.- (...) Dios es amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios quiere comunicar libremente la gloria de su vida bienaventurada. Tal es el "designio benevolente" (Ef 1,9) que concibió antes de la creación del mundo en su Hijo amado, "predestinándonos a la adopción filial en él" (Ef 1, 4-5), es decir, "a reproducir la imagen de su Hijo" (Rom 8, 29) gracias al Espíritu de adopción filial (Rom 8,15). Este designio es una "gracia dada antes de todos los siglos" (2 Tm 1, 9-10), nacido inmediatamente del amor trinitario...
285.- Desde los comienzos, la fe cristiana se ha visto confrontada a respuestas distintas de las suyas sobre la cuestión de los orígenes ... Algunos filósofos han dicho que todo es Dios, que el mundo es Dios, o que el devenir del mundo es el devenir de Dios (panteísmo); otros han dicho que el mundo es una emanación necesaria de Dios, que brota de la fuente y retorna a ella; otros han afirmado incluso la existencia de dos principios eternos, el Bien, el Mal, la Luz y las Tinieblas, en lucha permanente (dualismo, maniqueísmo); según algunas de estas concepciones, el mundo ( al menos el mundo material) sería malo, producto de una caída, y por tanto que se ha de rechazar y superar (gnosis); otros admiten que el mundo ha sido hecho por Dios, pero a la manera de un relojero, que una vez lo hecho, lo habría abandonado a él mismo (deísmo); otros, finalmente, no aceptan ningún origen trascendente del mundo, sino que ven en él el puro juego de una materia que ha existido siempre (materialismo).
326.- (...) "La tierra", es el mundo de los hombres, "el cielo" o "los cielos" puede designar el firmamento, pero también el "lugar" propio de Dios...
338.- Nada existe que no deba su existencia a Dios creador; 339.- Toda criatura posee su bondad y su perfección propias; 340.- La interdependencia de las criaturas es querida por Dios; 341.- La belleza del universo: el orden y la armonía; 342.- La jerarquía de las criaturas está expresada por el orden de los "seis días"; 343.- El hombre es la cumbre de toda la creación; 344.- Existe una solidaridad entre todas las criaturas por el hecho de que todas tienen el mismo Creador.
Mundo en sentido religioso - Mundo: "Reino de Dios"

760.- "El mundo fue creado en orden a la Iglesia". Dios creó el mundo en orden a la comunión en su vida divina, "comunión" que se realiza mediante la "convocación" de los hombres en Cristo, y esta "convocación" es la Iglesia. La Iglesia es el fin de todas las cosas...

1077.- "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado"(Ef 1, 3-6).
2779.- Antes de hacer nuestra esta primera exclamación de la Oración del Señor, conviene purificar humildemente nuestro corazón de ciertas imágenes falsas de "este mundo". La humildad nos hacer reconocer que "nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar", es decir, a los "pequeños".

Mundo: "Reino de Satanás"

408.- Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al mundo en su conjunto una condición pecadora, que puede ser designada con la expresión de San Juan: "el pecado del mundo"

409.- Esta situación dramática del mundo que "todo entero yace en poder del maligno" hace de la vida del hombre un combate
[1] Op. Cit. pág. 89 ss
[2] Op. Cit. pág. 70
[3] Op. Cit. pág. 59
[4] Mundo histórico y Reino de Cristo D. Francisco Canals, Ediciones Scire Barcelona, 2005 p.20
[5] Gaudimu et Spes, 2.