domingo, 7 de junio de 2009

Encíclica: “Pascendi dominici gregis”: Historiador, crítico, apologeta y reformador modernista – Causas y remedios

Historiador y crítico

El historiador

Según los principios: agnosticismo - transfiguración y desfiguración, la historia versa sólo sobre los fenómenos, la fe sobre lo divino
28. Los tres primeros cánones de dichos historiadores o críticos son aquellos mismos principios que hemos atribuido arriba a los filósofos; a saber, el agnosticismo, el principio de la transfiguración de las cosas por la fe, y el otro ... el de la desfiguración ...
Según el agnosticismo, la historia, no de otro modo que la ciencia, versa únicamente sobre fenómenos. Luego, así Dios como cualquier intervención divina en lo humano, se han de relegar a la fe, como pertenecientes tan sólo a ella. .. si se encuentra algo que conste de dos elementos, uno divino y otro humano - como sucede con Cristo, la Iglesia, los Sacramentos y muchas otras cosas de ese género, de tal manera se ha de dividir y separar, que lo humano vaya a la historia, lo divino a la fe. De aquí la conocida división, que hacen los modernistas, del Cristo histórico y el Cristo de la fe; de los Sacramentos de la historia, y los de la fe... el elemento humano ha de reconocerse que ha sido realzado por la fe mediante la transfiguración más allá de las condiciones históricas. ... Además, en virtud del tercer principio filosófico, han de pasarse también como por una tamiz las cosas que no salen de la esfera histórica ... afirman que en la historia que llaman real Cristo no es Dios, ni ejecutó nada divino, como hombre, empero, realizó y dijo lo que ellos ... le dan derecho de hacer o decir.

El crítico
Divide los documentos en dos partes: lo que pertenece a la historia y lo que pertenece a la fe. Hay dos Cristos: Uno, real y otro, que pertenece sólo a la fe.
29. Así como de la filosofía recibe sus conclusiones la historia, así la crítica de la historia. Pues el crítico, siguiendo la historiador, divide los documentos en dos partes: lo que queda, después de la triple partición, ya dicha, lo refieren a la historia real; lo demás, a la historia de la fe o interna. ... De aquí se sigue que hay dos Cristos: uno, real, y otro, que sólo pertenece a la fe; el uno que vivió en determinado lugar y época; y el otro, que sólo se encuentra en las piadosas especulaciones de la fe. Tal, por ejemplo, es el Cristo que presenta el evangelio de San Juan...
Divididos, según indicamos, los documentos en dos partes, de nuevo interviene el filósofo con su dogma de la inmanencia vital, y hace saber que cuanto se contiene en la historia de la iglesia se ha de explicar por la emanación vital. Y como la causa o condición de cualquier emanación vital se ha de colocar en cierta necesidad o indigencia, se deduce que el hecho se ha de concebir después de la necesidad y que, históricamente, es aquél posterior a ésta.
¿Qué hace, en ese caso, el historiador? Examinando de nuevo los documentos, ya los que se hallan en los Sagrados Libros, ya los sacados de dondequiera, teje con ellos un catálogo de las singulares necesidades que, perteneciendo ora al dogma, ora al culto sagrado, o bien a otras cosas, se verificaron sucesivamente en la Iglesia. Una vez terminado el catálogo, lo entrega al crítico. Y éste pone mano en los documentos destinados a la historia de la fe, y los distribuye de edad en edad, de forma que cada uno responda al catálogo, guiado siempre por aquel principio de que la necesidad precede al hecho y el hecho a la narración. Puede alguna vez acaecer que ciertas partes de la Biblia, como las epístolas, sean el mismo hecho creado por la necesidad. Sea de esto lo que quiera, hay una regla fija, y es que la fecha de un documento cualquiera se ha de determinar solamente según la fecha en que cada necesidad surgió en la Iglesia

El filósofo manda al historiador que ordene sus estudios según las leyes de la evolución
30. En este punto entra de nuevo en escena el filósofo, y manda al historiador que ordene sus estudios conforme a lo que prescriben los preceptos y leyes de la evolución. El historiador vuelve a escudriñar los documentos, a investigar sutilmente las circunstancias y condiciones de la Iglesia en cada época, su fuerza conservadora, sus necesidades internas y externas que la impulsaron al progreso, los impedimentos que sobrevinieron; en una palabra: todo cuanto contribuya a precisar de qué manera se cumplieron las leyes de la evolución. Finalmente, y como consecuencia de este trabajo, puede ya trazar a grandes rasgos la historia de la evolución. Viene en ayuda el crítico, y ya adopta los restantes documentos. Ya corre la pluma, ya sale la historia concluida.
Ahora preguntamos: ¿a quién se ha de atribuir esta historia? ¿Al historiador o al crítico? A ninguno de ellos, ciertamente, sino al filósofo. Allí todo es obra de apriorismo, y de un apriorismo que rebosa en herejías. Causan verdaderamente lástima estos hombres, de los que el Apóstol diría: «Desvaneciéronse en sus pensamientos..., pues, jactándose de ser sabios, han resultado necios» (18); pero ya llegan a molestar, cuando ellos acusan a la Iglesia por mezclar y barajar los documentos en forma tal que hablen en su favor. Achacan, a saber, a la Iglesia aquello mismo de que abiertamente les acusa su propia conciencia.

Los libros sagrados evolucionan, nada es como ha sido enseñado por los Padres
31 ... ya no pueden atribuirse los Libros Sagrados a los autores a quienes realmente se atribuyen ... es necesario admitir la evolución vital de los Libros Sagrados, que nace del desenvolvimiento de la fe y es siempre paralela a ella ... quien los oiga hablar de sus trabajos sobre los Libros Sagrados, en los que es dado descubrir tantas incongruencias, creería que casi ningún hombre antes de ellos los ha hojeado, y que ni una muchedumbre casi infinita de doctores, muy superiores a ellos en ingenio, erudición y santidad de vida, los ha escudriñado en todos sus sentidos. ... Pero ¡ay, que nuestros doctores no estudiaron los Libros Sagrados con los auxilios con que los estudian los modernistas! Esto es, no tuvieron por maestra y guía una filosofía que reconoce su origen en la negación de Dios, ni se erigieron a si mismos como norma de criterio.

El método de los modernistas en la historia. La crítica interna y textual modernista es una crítica agnóstica, inmanentista y evolucionista.
32. Nos parece que ya está claro cuál es el método de los modernistas en la cuestión histórica. Precede el filósofo; sigue el historiador; luego ya, de momento, viene la crítica interna y la crítica textual ... no es una crítica cualquiera, sino que con razón se la llaman agnóstica, inmanentista, evolucionista; de donde se colige que el que la profesa y usa, profesa los errores implícitos en ella y contradice a la doctrina católica. Esto prevalece entre los católicos por dos causas: la alianza que une estrechamente a los historiadores y críticos... además, la grandísima audacia con que todos unánimemente elogian y atribuyen al progreso científico lo que cualquiera de ellos profiere.... A favor del poderoso dominio de los que yerran... se ha creado una como corrompida atmósfera que todo lo penetra, difundiendo su pestilencia.

El apologista
33. el apologista... también éste, entre los modernistas, depende del filósofo, por dos razones: indirectamente, ante todo, al tomar por materia la historia escrita según la norma... del filósofo; directamente, al recibir de él sus dogmas y sus juicios. De aquí la afirmación corriente en la escuela modernista, que la nueva apología debe dirimir las controversias de religión por medio de investigaciones históricas y psicológicas... defienden la religión, no con los Libros Sagrados o con historias usadas vulgarmente en la Iglesia, y que estén escritas con método antiguo, sino con la historia real, compuesta según las normas y métodos modernos...

El método apologético consiste en hacer que se logre la experiencia religiosa
(…) veamos cómo uno de ellos compone la apología. El fin que se propone es éste: llevar al hombre, que todavía carece de fe, a que logre acerca de la religión católica aquella experiencia que es, conforme a los principios modernistas, el único fundamento de la fe. Dos caminos se ofrecen para esto: uno objetivo, subjetivo el otro. El primero brota del agnosticismo y tiende a demostrar que hay en la religión, principalmente en la católica, tal virtud vital, que persuade a cualquier psicólogo y lo mismo a todo historiador de sano juicio, que es menester que en su historia se oculte algo desconocido...

34... llegan a decir públicamente, con cierta delectación mal disimulada, que también en materia dogmática se hallan errores y contradicciones, aunque añadiendo que no sólo admiten excusa, sino que se produjeron justa y legítimamente... Así también, según ellos, hay en los Libros Sagrados muchas cosas científica o históricamente viciadas de error; pero dicen que allí no se trata de ciencia o de historia, sino sólo de religión y las costumbres...

Los libros sagrados, escritos por inspiración del E.S.
35. Nosotros ... para quienes la verdad no es más que una, y que consideramos que los Libros Sagrados, como escritos por inspiración del E.S., tienen a Dios por autor, aseguramos que todo aquello es lo mismo que atribuir a Dios una mentira de utilidad oficiosa, y aseveramos con las palabras de S.Agustín: Una vez admitida en tan alta autoridad alguna mentira oficiosa, no quedará ya ni la más pequeña parte de aquellos libros que, si a alguien le parece o difícil para las costumbres o increíble para la fe, no se refiera por esa misma perniciocísima regla, al propósito o a la condescendencia del autor que miente...

El segundo método es el subjetivo. Por la inmanencia
36. Por otra parte, el que todavía no cree no sólo puede disponerse a la fe con argumentos objetivos, sino también con los subjetivos. Para ello, los apologistas modernistas se vuelven a la doctrina de la inmanencia. En efecto, se empeñan en persuadir al hombre de que en él mismo, y en lo más profundo de su naturaleza y de su vida, se ocultan el deseo y la exigencia de alguna religión, y no de una religión cualquiera, sino precisamente la católica; pues ésta, dicen, la reclama absolutamente el pleno desarrollo de la vida....
El reformador modernista rechaza la filosofía escolástica
37. ... reformador ... Quieren que se renueve la Filosofía, principalmente en los Seminarios: de suerte que, relegada la escolástica a la historia de la Filosofía, como uno de tantos sistemas ya envejecidos, se enseñe a los alumnos la filosofía moderna, la única verdadera y la única que corresponde a nuestros tiempos.
Para renovar la Teología, quieren que la llamada racional tome por fundamento la filosofía moderna; y exige principalmente que la Teología positiva tenga como fundamento la historia de los dogmas.

La historia se enseñe según los métodos modernos
Reclaman también que la Historia se escriba y enseñe conforme a su método y a las modernas prescripciones.

Los dogmas se pongan en armonía con la ciencia y la historia
Ordenan que los dogmas y su evolución deben ponerse en armonía con la ciencia y la historia.

La catequesis no trate de los dogmas, salvo acomodados, según el método modernista
Por lo que se refiere a la catequesis, solicitan que en los libros para el catecismo no se consignen otros dogmas sino los que hubieran sido reformados y que estén acomodados al alcance del vulgo.

El culto destierre las devociones exteriores
Acerca del sagrado culto, dicen que hay que disminuir las devociones exteriores y prohibir su aumento...

Reformar el régimen de la iglesia de acuerdo con la conciencia moderna democrática.
Andan clamando que el régimen de la Iglesia se ha de reformar en todos sus aspectos, pero principalmente en el disciplinar y dogmático; y que por lo tanto, que se ha de armonizar interior y exteriormente con lo que llaman la conciencia moderna, que íntegramente tiende a la democracia, por lo cual se debe conceder al clero inferior y a los mismos laicos cierta intervención en el gobierno; y se ha de repartir la autoridad, demasiado concentrada y centralizada. Las Congregaciones romanas, deben asimismo reformarse, y principalmente las llamadas del Santo Oficio y del Índice...

La moral, preferencia a virtudes activas, sobre las pasivas
En la parte moral, hacen suya aquella sentencia de los americanistas que las virtudes activas han de ser antepuestas a las pasivas, y que deben practicarse aquéllas con preferencia a éstas. ...

Algunos modernistas, además, desean se suprima en el sacerdocio el celibato sagrado
Hay, por fin, algunos que, ateniéndose de buen grado a sus maestros protestantes, desean que se suprima en el sacerdocio el celibato sagrado. ¿Qué queda, pues, intacto en la Iglesia, que no deba ser reformado por ellos y conforme a sus opiniones?
El modernismo es el conjunto de todas las herejías - No solo ha destruido la religión católica, sino de toda religión
38 En toda esta exposición de la doctrina de los modernistas, venerables hermanos, pensará por ventura alguno que nos hemos detenido demasiado; pero era de todo punto necesario, ya para que ellos no nos acusaran, como suelen, de ignorar sus cosas; ya para que sea manifiesto que, cuando tratamos del modernismo, no hablamos de doctrinas vagas y sin ningún vínculo de unión entre sí, sino como de un cuerpo definido y compacto, en el cual si se admite una cosa de él, se siguen las demás por necesaria consecuencia. Por eso hemos procedido de un modo casi didáctico, sin rehusar algunas veces los vocablos bárbaros de que usan los modernistas.
Y ahora, abarcando con una sola mirada la totalidad del sistema, ninguno se maravillará si lo definimos afirmando que es un conjunto de todas las herejías. Pues, en verdad, si alguien se hubiera propuesto reunir en uno el jugo y como la esencia de cuantos errores existieron contra la fe, nunca podría obtenerlo más perfectamente de los que han hecho los modernistas. Pero han ido tan lejos que no sólo han destruido la religión católica, sino, como ya hemos indicado, absolutamente toda religión. Por ello les aplauden tanto los racionalistas; y entre éstos, los más sinceros y los más libres reconocen que han logrado, entre los modernistas, sus mejores y más eficaces auxiliares.
La causa de la perversión de la inteligencia es la ignorancia. Subliman la filosofía moderna y desprecian la escolástica. La ignorancia de ésta les privó del instrumento para deshacer los sofismas de la filosofía moderna (42)
41... conviene... escudriñar algún tanto las causas de donde este mal recibe su origen y alimento. La causa próxima e inmediata es, sin duda, la perversión de la inteligencia. Se añaden, como remotas, estas dos: la curiosidad y el orgullo. La curiosidad, si no se modera prudentemente, basta por sí sola para explicar cualesquiera errores. ... el orgullo... Por orgullo se glorían vanísimamente, como si fueran los únicos poseedores de la ciencia, y dicen, altaneros e infatuados: No somos como los demás hombres.... Por orgullo desechan toda sujeción y pretenden que la autoridad se acomode con la libertad...

La causa de la perversión de la inteligencia es la ignorancia
42. Y si de las causas morales pasamos a las que proceden de la inteligencia, se nos ofrece primero y principalmente la ignorancia... En verdad que todos los modernistas sin excepción, quieren ser y pasar por doctores en la Iglesia, y aunque con palabras grandilocuentes subliman la filosofía moderna y desprecian la escolástica, no abrazaron la primera deslumbrados por sus aparatosos artificios, sino porque su completa ignorancia de la segunda les privó del instrumento, necesario para suprimir la confusión en las ideas y para refutar los sofismas.
Y del consorcio de la falsa filosofía con la fe ha nacido el sistema de ellos, inficionado por tantos y tan grandes errores
táctica modernista
Los modernistas tienen tres cosas por contrarias
42. (…) Tres son principalmente las cosas que tienen por contrarias a sus conatos: el método escolástico de filosofar, la autoridad de los Padres y la tradición, el magisterio eclesiástico...
Por eso ridiculizan generalmente y desprecian la filosofía y teología escolástica... y no hay otro más claro indicio de que uno empiece a inclinarse a la doctrina del modernismo que el comenzar a aborrecer el método escolástico... Pío IX estimó que debería reprobarse la opinión de los que dicen: El método y los principios, con los cuales los antiguos Doctores escolásticos cultivaron la Teología, no corresponden a las necesidades de nuestro tiempo ni al progreso de la ciencia. Por lo que toca a la tradición... El concilio II de Nicea condenó a aquellos que osan... conformándose con los criminales herejes, despreciar las tradiciones eclesiásticas e inventar cualquier novedad..., o excogitar torcida o astutamente para desmoronar algo de la fe de las legítimas tradiciones de la Iglesia católica...
Ni más respetuosamente que sobre la tradición sienten los modernistas sobre los santísimos Padres de la Iglesia, a los cuales, con suma tenacidad, proponen públicamente, como dignos de toda veneración, pero como sumamente ignorantes de la crítica y de la historia...
43. Finalmente, ponen su empeño todo en menoscabar y debilitar la autoridad del mismo ministerio eclesiástico... Cuando temen la erudición y fuerza de sus adversarios, procuran quitarles la eficacia, oponiéndoles la conjuración del silencio. ..
Finalmente, ¡cosa que pone horror a todos los buenos!, si la Iglesia condena a alguno de ellos, no sólo se aúnan para alabarle en público y por todos los medios, sino que llegan a tributarle casi la veneración de mártir de la verdad. ...

Van a la caza de cátedras que convierten en cátedras de pestilencia
4... En los Seminarios y Universidades andan a la caza de cátedras, que convierten poco a poco en cátedras de pestilencia... en la acción, en las palabras, en la imprenta, no dejan nada por intentar, de suerte que parecen poseídos de frenesí. ...

remedios eficaces
La filosofía de Santo Tomás.
46 - I En primer lugar, pues, por lo que toca los estudios, queremos, y definitivamente mandamos, que la Filosofía escolástica..., cuando prescribimos que se siga la Filosofía escolástica, entendemos principalmente la que enseñó Santo Tomás de Aquino... Y a los maestros les exhortamos a que tengan fijamente presente que el apartarse del Doctor de Aquino, en especial en las cuestiones metafísicas, nunca dejará de ser de gran perjuicio.

Elegir Rectores y Maestros de Seminarios y Universidades Católicas idóneos.
49 - II... elegir rectores y maestros de los Seminarios o de las Universidades católicas.
Cualesquiera que de algún modo estuvieren imbuidos de modernismo, sin miramiento de ninguna clase sean apartados del oficio, así de regir como de enseñar, y si ya lo ejercitan, sean destituidos; asimismo, los que descubierta o encubiertamente favorecen al modernismo, ya alabando a los modernistas, y excusando su culpa, ya censurando la escolástica, o a los Padres, o al Magisterio eclesiástico, o rehusando la obediencia a la potestad eclesiástica en cualquiera que residiere, y no menos los amigos de novedades en la historia, la arqueología o las estudios bíblicos, así como los que descuidan la ciencia sagrada o parecen anteponerle las profanas. En esta materia, venerables hermanos, principalmente en la elección de maestros, nunca será demasiada la vigilancia y la constancia; pues los discípulos se forman las más de las veces según el ejemplo de sus profesores; por lo cual, penetrados de la obligación de vuestro oficio, obrad en ello con prudencia y fortaleza.
50 - III... es deber de los Obispos el cuidar que los escritos de los modernistas
51 - IV Pero tampoco basta impedir la venta y lectura de los malos libros, sino que es menester evitar su publicación