martes, 30 de octubre de 2007

Mártires de Cristo Rey




Benedicto XVI presenta el «luminoso» testimonio de los 498 mártires del siglo XX en España


Al rezar la oración mariana del Ángelus


CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 28 octubre 2007


A mediodía de este domingo, tras la beatificación de 498 mártires del siglo XX en España, presidida por el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los peregrinos congregados en la plaza de San Pedro. Estas fueron las palabras que pronunció antes y después de la oración mariana.* * *Queridos hermanos y hermanas:Esta mañana, aquí, en la plaza de San Pedro, han sido proclamados beatos 498 mártires asesinados en España en los años treinta del siglo pasado. Doy las gracias al cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, quien ha presidido la celebración, mientras saludo cordialmente a los peregrinos reunidos con motivo de esta alegre ocasión. La inscripción en la lista de los beatos de un número tan grande de mártires demuestra que el supremo testimonio de la sangre no es una excepción reservada sólo a algunos individuos, sino una posibilidad realista para todo el pueblo cristiano. Se trata de hombres y mujeres de diferentes edades, vocaciones y condición social, que pagaron con su vida la fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Se les aplican adecuadamente las expresiones de san Pablo, que resuenan en la liturgia de este domingo: «Porque yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe» (2 Timoteo 4, 6-7). Pablo, detenido en Roma, ve cómo se aproxima la muerte y traza un balance de reconocimiento y esperanza. En paz con Dios y consigo mismo, afronta serenamente la muerte, con la conciencia de haber entregado totalmente la vida, sin ahorrar nada, al servicio del Evangelio. El mes de octubre, dedicado de manera particular al compromiso misionero, se concluye de este modo con el luminoso testimonio de los mártires españoles, que se suman a los mártires Albertina Berkenbrock, Emmanuel Gómez González y Adilio Daronch, y Franz Jägerstätter, proclamados beatos en días pasados en Brasil y en Austria. Su ejemplo testimonia que el Bautismo compromete a los cristianos a participar con valentía en la difusión del Reino de Dios, cooperando si es necesario con el sacrificio de la misma vida. Ciertamente no todos están llamados al martirio cruento. Existe también un «martirio» incruento, que no es menos significativo, como el de Celina Chludzinska Borzecka, esposa, madre de familia, viuda y religiosa, beatificada ayer en Roma: es el testimonio silencioso y heroico de los muchos cristianos que viven el Evangelio sin compromisos, cumpliendo su deber y dedicándose generosamente al servicio de los pobres. Este martirio de la vida ordinaria es un testimonio particularmente importante en las sociedades secularizadas de nuestro tiempo. Es la pacífica batalla del amor que todo cristiano, como Pablo, tiene que combatir incansablemente; la carrera por difundir el Evangelio que nos compromete hasta la muerte. Que nos ayude y asista en nuestro testimonio diario la Virgen María, Reina de los Mártires y Estrella de la Evangelización.

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