En el Editorial inaugural de la revista Cristiandad, en el que se expone el programa y su línea de pensamiento, titulado: "el "por qué" de esta revista", se considera incluido en el programa de actuación de la revista, la lucha contra todo tipo de liberalismo, lo cuál los redactores de la revista se proponen hacer de una forma indirecta, expandiendo, buscando y esperando el cumplimiento del lema de la Revista: ¡Al Reino de Cristo, por los Corazones de Jesús y de María!.
La gracia - el orden sobrenatural
En el citado artículo programático, se afirma que Cristiandad “viene a luchar por la implantación de un orden divino entre los hombres y las sociedades” y que ese orden, por cierto, en nada coincide con el nuevo orden fruto de la revolución francesa, concretado en la filosofía política del liberalismo, continuado por el socialismo y el nuevo orden internacional encarnado hoy día por la mentalidad norteamericana. El orden propugnado por Cristiandad “debe necesariamente basarse: 1º.- en una concepción sobrenatural de la vida y 2º.- en una unión estrecha con la Iglesia y con su Pontífice, Vicario de Jesucristo en la tierra”.
Además, se dice que la concepción sobrenatural de la vida es necesaria para restablecer el orden de la sociedad ya que “Dios ha creado al hombre para vivir en sociedad” y en “en esta sociedad el hombre debe conocer, amar y servir a Dios nuestro Señor”.
Pero, una doble realidad ha venido a modificar las condiciones en que el hombre deberá realizar esta convivencia y servir en ella al plan de su Criador. La primera, fuente de todos los egoísmos, no es otra cosa que la corrupción de la naturaleza humana por el pecado; la segunda, fuente de todas las generosidades, es la elevación de esta naturaleza corrompida al orden divino de la gracia.
El naturalismo que niega y destruye el orden sobrenatural de la gracia, fuente de salvación y único remedio para la situación actual del hombre, “en todas sus formas, es (...) el primer enemigo que Cristiandad viene a combatir”.
La "cristiandad"
Por otra parte, para restablecer el orden entre las sociedades civiles, es necesaria “una sumisión filial a la Iglesia”.
Se recuerda que “El hombre debe servir a Dios en sociedad” y que “Acomodándose a su naturaleza, la gracia se le reparte, también, socialmente, y en sociedad gozará, en el cielo, de su inmenso destino. Esta sociedad sobrenatural del hombre con Dios y con los bienaventurados, es la Iglesia”.
Y “la compenetración entre la sociedad civil y la eclesiástica que esto supone; la aceptación plena por parte de las naciones y Estados, en cuanto tales, de la Iglesia como Madre, es un Ideal tradicionalmente expresado por un nombre: Cristiandad”. (…)
Ahora bien, la doctrina filosófico-político- social que se opone radicalmente al reinado del Redentor es el grave error del “Liberalismo, o la indiferencia religiosa, y la opinión errónea que muchos, aun católicos, tienen de él, considerándolo como un acercamiento a la fe, cuando en realidad es más dañino que la impiedad misma, porque es más ofensivo el desprecio que el odio”. “Este es el segundo error que Cristiandad viene a combatir”.
"Naturalismo" y "Liberalismo"
Estos dos errores: “naturalismo y liberalismo son, pues, los principales enemigos del ideal de Cristiandad”. Ahora bien, ambos errores han tenido la habilidad de presentarse en el mundo contemporáneo como sistemas de pensamiento fruto del desarrollo de la humanidad en aras a lograr una sociedad tolerante sin discriminaciones por motivos de razas, grupos social, o religión y llevan consigo el destierro de los corazones de los individuos, de las familias y de la sociedad civil la vida religiosa.
Por eso, se dice en el citado artículo que esos enemigos “no son los más violentos, pero son los más insidiosos. Bajo aspectos de prudencia o de equidad, minan las convicciones mismas de los buenos católicos. Todos los demás, se originan de ellos, o son matices suyos. Una vez han llegado a introducirse, queda la puerta abierta para todas las formas, de gravedad creciente, que se escalonan por las pendientes del ateísmo y de la revolución”.
Por otra parte, la gravedad de la cuestión estriba en la enorme extensión y alcance, así como la penetración de dichos errores en todos los ámbitos, invadiendo las conciencias, las familias y la sociedad, siendo vehículo de comunicación los medios de comunicación y cuando se escribía el artículo que comentamos no se había puesto en funcionamiento en todo el mundo la Televisión como medio de introducir en todas las capas de la sociedad esas funestas ideas. Por eso, suenan hoy día con más fuerza las palabras con las que en se mostraba la gravedad de esos males. “el naturalismo y el liberalismo tienen, en este momento, una gravedad especial: empapan hasta tal extremo nuestro ambiente, nos son tan connaturales, que escapan constantemente a nuestra observación, por lo que a veces es casi imposible reaccionar contra ellos”.
Remedios a estos males
Una vez vista la gravedad de los males, Cristiandad desvela el método que va a emplear contra ellos. Ya que “sin dejar de combatirlos directamente, va a emplear un método indirecto de eficacia positiva: contra el Naturalismo, la propagación de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, fuente de la vida sobrenatural; contra el Liberalismo, la proclamación de la Soberanía social de Jesucristo, como único remedio para salvar la sociedad”.
El ideal de Cristiandad y la devoción al Corazón de Jesús
Después los redactores de Cristiandad ponen de manifiesto que con esos mismos ideales “fue constituido en el pasado siglo el Apostolado de la Oración, por el que fue casi su fundador: el insigne jesuita francés P. Enrique Ramière” ya que “Adveniat Regnum Tuum es su aspiración central y su razón de ser”. (…)
La fiesta de Jesucristo Rey
Se destaca el puesto que ocupa en todo este proceso providencial la festividad de Cristo Rey. “Es importante hacer notar que la fiesta de Jesucristo Rey es, precisamente, la coronación y término de la devoción al Sagrado Corazón que se iniciaba en Paray. Su institución viene, por lo tanto, a proclamar que la realeza de Cristo es una realeza de amor”.
La fiesta de Cristo Rey no es sólo la proclamación de la soberanía de Cristo sobre todo el Universo, sino, “a la vez, la proclamación de una esperanza. Pío XI nos lo dice en su Encíclica <
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